El Cine, con mayúsculas, ha hablado mucho de paisaje, sometiéndolo a lo largo de la Historia al sentir romántico y a la ideología de quien lo graba. Muchas veces, casi siempre, el sujeto que está tras la cámara es un hombre cis, blanco, heterosexual y de clase media. Es decir, la representación de nuestro entorno y del lugar-otro, de aquellos paisajes lejanos espacial y culturalmente a nuestra cotidianidad, pertenece al poder. Es en este marco donde las películas de Laura Huertas-Millán nos salvan. Encontramos en ellas multitud de fisuras a este sistema representacional hegemónico. Se trata de rupturas materiales y conceptuales, incluso temporales. Las ruinas y la arquitectura virtual son algunas de las herramientas que Huertas-Millán utiliza para agujerear la Historia, romperla y dejar espacio a otros relatos sistemáticamente borrados.
Laberinto. 21’. 2018
Jenny 303. 6’. 2018
Aequador. 19’. 2012
Journey to a land otherwise known.23’. 2011
Con la presencia de Laura Huertas Millán