Imagina que estás ante un playback. Ahora imagínate que estás ante un playback pero la travesti no está ahí, o ahí donde pensabas que estaba la travesti hay otra cosa. Que no hay nada. Imagina que es la audiencia la que rellena este hueco. Imagina que en este hueco, o fantasía travesti, la travesti no está porque, como en el playback, está desplazando su acción en el tiempo. Esto significa que la travesti se está maquillando, o está muerta. Esto significa que durante un playback sin travesti que articule performativamente hablando ése playback, potencialmente hay una travesti maquillándose y otra asesinada. La audiencia es potencialmente travesti en cuanto sepa aprenderse ese playback e interpretarlo o versionarlo. Por eso y porque la audiencia rellena ese hueco, toda la audiencia es potencialmente una o más travestis que puedan maquillarse o morir.
El glamour es una autoficción que conlleva al menos un componente de verdad subjetiva. El glamour asume la performatividad del ámbito social para explorar sus potencias y cortocircuitar sus códigos morales de conducta. El glamour es una potente herramienta de transformación a escala micropolítica. El glamour es un hechizo visual.
En esta sesión, que se estructurará como striptease narrativo, diseccionaremos algunos de los poderes del glamour, analizando sus discursos políticos y sus devaneos prácticos.