En 2014, tres vecinas de Móstoles comenzaron a juntarse en la cafetería del Museo CA2M para charlar mientras compartían labores de ganchillo. Poco a poco fueron sumando a más gente hasta que necesitaron que el museo pusiese a su disposición, cada miércoles de 11 a 14h, una gran mesa, que fue acompañada pronto por una pieza textil de la colección, obra de la artista Teresa Lanceta.
Con los años, Tejiendo Móstoles —un nombre que habla de su intención de armar el tejido social de la ciudad— se ha convertido en un emblema del museo: han realizado un toldo para el huerto de la terraza, gracias al que los vegetales sobrevivieron por primera vez al rigor del verano de Madrid; fabricaron el primer Hamacódromo público de Europa, un pinar lleno de hamacas con el que reivindicar el derecho a la pereza de las amas de casa, lo único que nunca se habían podido permitir.
En 2020, en plena pandemia, comenzaron a fabricar este tapiz: cada participante elaboró uno de los cuadrados, con diferentes técnicas según sus posibilidades. Para el Museo CA2M, este trabajo representa esa baja institucionalidad que permite a diferentes comunidades instalarse en el museo, y a la institución ser simplemente un espacio que apoya sus formas de hacer. Con las tejedoras, no dejamos de aprender.