Nacho Criado. No es la voz que clama en el desierto

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NACHO CRIADO

Fotografía: Sue Ponce.

Una de las líneas de trabajo del CA2M es la recuperación de la historia de las exposiciones del arte contemporáneo en Madrid. Para esta exposición de una sola pieza de Nacho Criado, nos hemos centrado en Madrid: Espacio de interferencias, comisariada en 1990 por el teórico e historiador del arte Javier Maderuelo (Madrid, 1950) para el Círculo de Bellas Artes. Esta exposición, que pudo verse entre el 9 de febrero y el 22 de abril, contó con la participación de un grupo intergeneracional de artistas que incluían a Darío Corbeira, Marcelo Expósito, Francisco Felipe, Gabriel Fernández Corchero, Juan Hidalgo, Concha Jerez, Eva Lootz, Sara Rosenberg, Adolfo Schlosser e Isidoro Valcárcel Medina. La intención de Maderuelo era “presentar el estado actual de las ideas estéticas” en una exposición que daba cuenta del medio de la instalación, es decir, constituida por obras realizadas específicamente para esta exposición, creadas en función de los espacios del Círculo de Bellas Artes. En el catálogo escribía: “Una instalación es, en esencia, una interferencia en el espacio”.

El debate crítico en el que se asentaba el proyecto era la reivindicación declarada de una nueva categoría dentro de las artes plásticas: “un nuevo género artístico independiente, situado al mismo nivel categorial de la pintura y la escultura”. El catálogo incluía un texto que repasaba la historia de los desarrollos experimentales de la escultura a mediados del siglo XX, que dieron lugar a los primeros entornos o ambientes que serían las primeras manifestaciones de la instalación, e incluía al final una cronología orientativa de la historia de la instalación en España.

Junto a cada pieza, también se exhibieron sus bocetos y documentos de su gestación o montaje, en un “así se hizo” expositivo. Maderuelo explicaba en el catálogo: ”Aquí el comisario ha hablado con los artistas, ha discutido las obras sobre croquis y bocetos, pero no ha visto las obras realizadas hasta el mismo día de inauguración, por lo tanto esta exposición entraña un riesgo real, el de aceptar obras simplemente intuidas en la mente de los artistas, el de trabajar con sueños cuya realización podía resultar conflictiva”.

No es la voz que clama en el desierto fue la interferencia propuesta por el artista Nacho Criado (Mengíbar, Jaén, 1943 – Madrid, 2010) para aquella exposición. La pieza original de Nacho Criado fue realizada por Jorge León en el Taller “Hijo de José Vidal” de Valladolid: esta que mostramos en el CA2M es la reconstrucción realizada para la retrospectiva de su autor en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 2012, titulada Agentes colaboradores. La instalación monumental de hierro, arena y cristal, remitía en su origen a la cúpula del salón de baile del Círculo de Bellas Artes, a una cúpula depuesta, devenida pozo: una arquitectura desfondada que anuncia su propia decadencia, su destrucción, pero también la potencialidad de significado de la materia reorganizada. Criado llamaba “geografía de afinidades” al principio relacional de influencia: esta exposición propone que esta obra, como todas las grandes instalaciones, crea en el atrio del CA2M afinidades nuevas, lecturas inéditas de su edificio y relaciones no pensadas que puedan generar otras geopolíticas expositivas por venir.

Piezas fundamentales como esta reclaman la recuperación de muchas voces que conforman la historia recienta del arte español. Para el crítico Fernando Huici esta obra tenía la “dualidad especular entre fuga ascendente y precipitación abismal”. Para el filósofo Fernando Castro, la pieza pertenece a un grupo de trabajos que llama “ciclo del desierto”: “Nacho Criado plantea una extraña imagen del oasis, como un lugar desaparecido, una ruina en la que ya no queda esperanza. (…) Separada de la estructura circular se encuentra una silla metálica perforada, que recuerda a las de los tractores, con bolas doradas en las patas, como una referencia a la ausencia; no es el lugar del espectador, ni tampoco propiamente el del escultor, más bien es el de un sujeto que ha asistido al proceso, como alguien que podría certificar ese desastre, las razones de la caída pero que, por motivos inexplicables, se ha marchado”. En esa conciencia del espectador de haber llegado demasiado pronto o demasiado tarde a la exposición, siempre a destiempo, Criado se adentra en aquellas auras frías que el teórico José Luis Brea etiquetó en 1989.

En una entrevista con Miguel Copón, publicada con motivo de su exposición en el IVAM en 1999, el propio artista explicaba: “Los signos de lo negativo se hacen presentes ahora: si las piezas poseen una memoria material, que no depende de lo humano, sino que en alguna medida lo hace depender de su posición, es preciso imaginar también que las piezas poseen una capacidad de olvido, una forma que destruye la substancia de toda forma, que desdibuja trabajando con las mismas estrategias con que lo haría un diseño tradicional de formas. De este modo, aún las piezas que parecen más tradicionalmente escultóricas, conservan en sí la fuente de lo descompuesto, la herrumbre, la tierra, el serrín, lo informe o aún lo deforme. Las piezas, en su circulación y respiración, contienen infinidad de ruidos y soplos, están compuestas de hemorragias que contraponen la degradación al orden de la supuesta objetividad de los cuerpos. Los cuerpos de las obras ya no se oponen, sino se desangran, se pudren, se deshacen”.

En un momento de crisis respiratoria, es fundamental recuperar el aliento de muchas voces, revivir los relatos que construyen la genealogía de la historia del arte contemporáneo aquí. La historia oral permite devolver a las producciones culturales el sentido de lo histórico, el valor de un tiempo en actualización permanente, el resolver el pasado en presente.

NACHO CRIADO

Nacho Criado es uno de los principales artistas españoles de la segunda mitad del siglo XX. Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2008 y Premio Nacional de Artes Plásticas en 2009 y una gran retrospectiva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y CAAC de Sevilla en 2013. Él mismo realizó este resumen de su trayectoria (Nacho Criado: Memoria, 1980. Se puede consultar el documento en el Centro de Documentación de la Biblioteca del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid): “Tras haber ampliado mis trabajos en el campo del “minimal”, a finales de los años 60, hacia el “environment” de la exposición Homenaje a Rothko (Galería Sen, Madrid 1970) a comienzos de los 70 me planteé un tipo de realizaciones, más abiertas en cuanto a esquemas y medios de trabajo. En consecuencia, no se tratará para mí de objetos en desarrollo, sino de ideas y actitudes en procesos artísticos. Esto va a suponer un aparente deterioro de lo que se suele denominar línea de trabajo, pero esta ambigüedad o dispersión va a introducir dos nuevos elementos: por un lado, el valor real de la idea y del proyecto frente a la necesidad de su realización, y de otra parte, una mayor reflexión sobre las posibilidades de “niveles de aplicación” para estas ideas y proyectos. La práctica inevitable, se convierte así en área ideal, homologable en situaciones y niveles ocasionales (diferencia entre idea y realización). Bajo estas coordenadas, las obras de estos últimos años irán desde la propuesta escrita o hablada, hasta la compleja estructura del “ambiente multimedia”, pasando por momentos alternativos en que la obra se proyecta sobre varios niveles de realización (propuesta, montaje, múltiple o documentación fotográfica). Tras estas actividades, próximas y momentos adscritos al “conceptual art”, en la actualidad mis trabajos se orientan en dos direcciones complementarias en sí mismas, el suceso (event) como idea instantánea y el ambiente, como sucesos sobre un suceso”.

El CA2M agradece a Gonzalo Criado su colaboración para esta exposición y a la Galería Formato Cómodo por su ayuda para desarrollar este proyecto.

Fotografías: Sue Ponce.
Video de la exposición: Nacho Criado. No es la voz que clama en el desierto.

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