María Sánchez
María Sánchez (Ávila, 1977) es una artista pequeña. No se trata de su talla ni del tamaño de sus piezas, sino de su trabajo. Realiza acciones, así que apenas produce objetos y a veces ni siquiera un registro de sus obras. Su pequeñez es la de pasar desapercibida del acontecer habitual de la vida cotidiana. María hace de lo menor una fuerza política, porque es capaz de hacer perceptible la invisibilidad de las relaciones de intimidad de nuestros cuerpos en sociedad.
Sustituyó la taza en la que le servían café en un bar por una taza de su casa. Salió a la calle con un espejo para deslumbrar inadvertidamente a los vecinos. Sorprendió con unos vídeos que colgaba en las redes sociales colocando uno de sus pelos rubios sobre la ropa de desconocidos en el metro. En otros vídeos, con la estructura de un thriller, mostraba cómo tocaba inadvertidamente a gente en el transporte público, acercando sutilmente su pie o su mano al contacto con otro cuerpo, sin pedir permiso. El contacto es una forma de afecto y también ha tocado sombras de otros con su sombra.
Sobre el vídeo que nos presenta ahora ella misma explica: “Desde hace tiempo, trabajo con acciones relacionadas con mis vecinos, buscando modificar levemente el transcurrir de nuestras vidas viviendo cerca: he rozado mis sábanas tendidas con las de ellos, he cambiado mi felpudo con el del piso de enfrente, etc. Y ahora, en estos momentos de distanciamiento social, cuando tocar se vuelve delito, una acción dañina, la manera que encuentro para relacionarme es modificar el olor de los espacios comunes, así que he cocinado un bizcocho para recorrer junto a él las escaleras de mi portal y alterar el ambiente de nuestra vecindad”.
Proyecto #Unmetroymedio. Vídeo María Sánchez