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Wilfredo Prieto
COMISARIO: FERRAN BARENBLIT
Amarrado a la pata de la mesa fue el título de la exposición de Wilfredo Prieto en el CA2M Centro de Arte Dos de Mayo. Esta exposición monográfica, la primera que un museo español dedicó a este joven artista cubano, reunió muchos de sus trabajos recientes además de un buen número de obras producidas especialmente para este proyecto. Fue también la primera exposición donde se pudo ver un gran número de piezas suyas. La muestra incluyó instalaciones, esculturas, intervenciones, performances y dibujo. Una diversidad formal que respondió a la libertad morfológica en la producción de este artista, al que los distintos medios sirven como herramientas auxiliares para expresar conceptos complejos. De ese modo, en la exposición se pudieron ver algunos trabajos realmente ambiciosos en términos técnicos y materiales, casi imposibles de llevar a cabo o estar con materiales cotidianos simples. El titulo coincidió con el de una de las obras de la exposición. Se trató de una acción en la que un helicóptero permaneció suspendido durante una hora. De él, se deslizó una cuerda que colgó hasta estar atada a la pata de una mesa. Tras el día en el que se llevó a cabo la acción, se pudo ver la mesa, la cuerda y un vídeo en el que quedó reflejado lo acontecido.
Esta pieza introdujo algunos de los elementos presentes en el conjunto de los trabajos incluidos en la exposición: contundencia conceptual, brevedad narrativa, ausencia de elementos superfluos, referencias insistentes a la propia práctica artística, un delicado sentido del humor, juegos semánticos de ida y vuelta y una poética que comparte a partes iguales persistencia y sutilidad. En última instancia, se basa en trazar la línea más directa entre la idea original y su formalización.
La exposición creó su propia narrativa a través de varias decenas de piezas que, en contraste con su aparente cotidianeidad, estaban cuidadosamente producidas. Algunas fueron extremadamente efímeras, como los charcos de diversos líquidos. Otras, desafiaron mucho de los conceptos comúnmente aceptados dentro del arte contemporáneo al cuestionar alguna de sus normalidades asumidas. Una gran mayoría fueron de una sencillez formal contundente. Todas ellas buscaban encontrar el mínimo gesto con sentido, dotándoles a partes iguales de poesía y sentido crítico. La lectura de las cartelas descriptivas mostró como en muchos casos título y materiales coincidían casi plenamente, como en el caso de sus charcos: Café con leche (compuesto por café y leche), Cubalibre (compuesto por cocacola y ron),… Esa literalidad no hacía sino insistir en las trampas que puede encerrar el lenguaje. Amplificaban las limitaciones de las palabras al representar exactamente aquello que están describiendo. Así, de forma aparentemente inadvertida, Wilfredo Prieto afrontó temas de gran calado que muchas veces basculaban en torno a la relación entre arte y vida.
En ocasiones, Wilfredo Prieto juega con la consabida frase que asegura que el fin justifica los medios. Algunas de sus obras generan una tensión entre los recursos invertidos y los objetivos cumplidos: un gran esfuerzo para un mínimo resultado. Lejos de querer cuestionar el pragmatismo de la sociedad contemporánea, mediante este recurso busca poner un acento sobre el proceso y sobre el valor mismo del trabajo en arte. El magnolio situado en el zaguán de acceso al CA2M fue una buena muestra de esto, aunque planteaba también una reflexión auto-irónica: hubiera sido necesario un espacio aún más grande para albergar ese árbol. Esta pieza contrastaba claramente con otras que fueron el resultado de un gesto mucho más fácil de materializar. Así, las obras grandes subrayaban la casi invisibilidad de las pequeñas, al tiempo que éstas últimas hacían aún más grandes a las primeras.
Es difícil llegar a explicar la precisión y meticulosidad con la que trabaja el artista. Su trabajo es el resultado de una escrupulosa dedicación, que le ayuda a considerar todos los aspectos formales y conceptuales y despojar sus propuestas de cualquier elemento redundante. Algunas de las piezas presentes en la exposición han necesitado de la puesta en marcha de tecnologías complejas que pretenden llegar a un resultado inesperado. Otras piezas, incluso, han sido tan ambiciosas que no se han hallado las tecnologías necesarias para producirlas. En todo momento, además, Wilfredo Prieto tiene en cuenta, cuando no hace sutiles referencias, a la historia del arte, sobre todo el más reciente. El postminimalismo latinoamericano, las experiencias de Cildo Meireles o la sensibilidad de Felix González Torres aparecen tenuemente presentes a lo largo de toda su obra.
Quizá uno de los mayores aciertos de Wilfredo Prieto es su aparente invisibilidad en la relación entre obra y espectador. Esta extrema discreción hace que su trazo (en este caso, conceptual) sea difícilmente reconocible. Como él mismo acostumbra a decir “las ideas están en la realidad, como las nubes. Uno las ve y puede tomarlas”. En cierta manera, viene a recordarnos que cualquiera podría haberlo hecho. Es posible que por ello cobre especial importancia aquello que se ve y aquello que, intencionadamente, el artista ha dejado invisible. Todo esto busca la voluntaria neutralidad del propio artista, que abre así cada una de las obras a múltiples interpretaciones. Ese inmenso margen que queda abierto es un espacio de una gran riqueza, que es la que hace del arte una actividad humana inmensa e imprescindible.
Existe en el trabajo de Wilfredo Prieto una voluntad de mantenerse al margen de lecturas sociales o políticas. Su trabajo está plagado de referencias a su Cuba natal, a las experiencias cotidianas de sus habitantes. Sin embargo, no existe una voluntad de extraer conclusiones críticas. Quizá sea esa insistencia, esa voluntaria condición de “apolítico” lo que da un verdadero sentido político a su trabajo.
El crítico de arte cubano Gerardo Mosquera, que ha seguido su trabajo desde sus inicios, señala en el texto incluido en el catálogo de la exposición que “si, siguiendo el afán de síntesis del artista, procuramos resumir su poética en una fórmula, ésta sería la ecuación idea neta - obra sencilla - significado máximo. Pero, como en Gabriel Orozco, siempre hay también una sensibilidad visual actuando. Agudo, mordaz, y simultáneamente cálido y comprensivo, Wilfredo Prieto se especializa en resumir las cuestiones más intrincadas mediante un golpe iluminador.”
SOBRE EL ARTISTA. Wilfredo Prieto nació en Sancti Spíritus en el centro de Cuba, en 1978. Se graduó en el Instituto Superior de Arte de La Habana en 2002. Artista de carrera precoz, su trabajo adquirió notoriedad desde su primera participación en la Bienal de La Habana en 2001 con la pieza Apolítico, que constaba de banderas de una treintena de países reproducidas en blanco y negro. Desde entonces ha expuesto en numerosos museos (SMAK de Gante; Kadist Art Foundation, Paris; Castello di Rivoli, Turín) y bienales (Singapur, 2005; Venecia, 2007; Jafre, 2009; São Paulo, 2010). Vive en La Habana y Barcelona. Amarrado a la pata de la mesa es la primera ocasión en que Wilfredo Prieto trabaja en una exposición con un gran número de sus obras proponiendo un nuevo diálogo con los espectadores.
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Esta exposición monográfica, la primera que un museo español dedicó a este joven artista cubano, reunió muchos de sus trabajos recientes además de un buen número de obras producidas especialmente para este proyecto. La muestra incluyó instalaciones, esculturas, intervenciones, performances y dibujo.