Xabier Salaberria. Infraestructura

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Xabi salaberria

Fotografía: Sue Ponce.

Comisaria: Catalina Lozano

El trabajo de Xabier Salaberria (Donostia/San Sebastián, 1969) explora las formas en las que ciertas estructuras se comportan en espacios específicos, desnaturalizando su aparente neutralidad, es decir, mirándolas como construcciones culturales e ideológicas, y cuestionando las categorías en las que convencionalmente se inscriben. Los espacios expositivos son abordados por Salaberria como infraestructuras que necesitan ser interrogadas, respondiendo a su arquitectura con gestos que consiguen generar un cierto extrañamiento, perturbando sutilmente nuestro movimiento en el espacio, aunque a menudo partiendo de materiales fácilmente reconocibles. 

Los trabajos que componen Infraestructura se sitúan ambiguamente entre diferentes categorías. El granito de la Sierra de Guadarrama con el que se han construido infinidad de edificios en Madrid, aparece en su estado pretendidamente ‘natural’ dentro del espacio, aunque esa naturalidad es rápidamente cuestionada por medio de metodologías ya características, aunque no por ello reconocibles a priori, del trabajo de Salaberria que consisten en generar un cierto extrañamiento respecto al uso de los materiales o su función en el espacio. En esta exposición, la noción de infraestructura, como aquello que subyace el funcionamiento de una sociedad productiva, desdibuja más que define las clasificaciones que normalizarían los códigos expositivos. La piedra es a la vez montaña y ejercicio arquitectónico de poder, cantera y arquitectura.

Una piedra extraída de una cantera de granito gris de la Sierra de Guadarrama que pesa aproximadamente 5 toneladas, reposa sobre una plataforma, diseñada junto al arquitecto Patxi Eguiluz, que redistribuye el peso en una superficie de unos 36 m2. La plataforma, conformada de travesaños de madera y placas de acero, genera un medio propio dentro del espacio expositivo y está a medio camino entre elemento infraestructural, la peana y la escultura. Esta piedra es a su vez una suerte de fuente, de contenedor, de mediadora entre el interior y el exterior del edificio, recibiendo en su parte superior, el agua que gotea desde arriba del espacio mediante un sistema que controla el ritmo de la caída de las gotas. Precaria y, a la vez, innecesariamente pesada, la piedra se convierte en una fuente que funciona a contrapelo, de manera antimonumental, y paradójicamente excesiva.

Mientras las clásicas categorías de naturaleza (piedra) y cultura (arquitectura) pierden sus contornos, en Frisoa (2022) Salaberria continúa jugando con las definiciones de valor establecidas sometidas, en este caso, a jerarquías relacionadas con el trabajo. La pieza fue producida a partir de materiales y procedimientos industriales y tomó como punto de partida el friso que Jorge Oteiza realizara para el Banco Guipuzcoano (hoy Banco Sabadell Guipuzcoano), Homenaje al Padre Donosti, Suite con el paisaje de Agiña (1959), en San Sebastián y que existe incómodamente como elemento ornamental dentro de una arquitectura corporativa que la acoge  —y en contraste con la estela que el mismo Oteiza dedicara al fraile musicólogo Aita Donosti en Agiña, una zona de varias construcciones megalíticas. Al contrario, el friso de Salaberria se apoya en el imaginario de las herramientas, pero su función, como friso, es puramente decorativa. Las herramientas tienden invisibilizarse, son indispensables para producir cosas pero su presencia en ellas permanece sólo como fantasmas del trabajo. Aquí, Salaberria subvierte este orden, haciendo de la herramienta la forma final, el fin de su razón de ser, al mismo tiempo que pierde su función, queda desnaturalizada.

Finalmente, la exposición incluye un elemento editorial que continúa desde la fotografía estos ejercicios de desnaturalización que se albergan, sin embargo, en formatos ya conocidos y que responden indisciplinadamente a una lógica moderna de clasificación y representación. Se trata de una publicación que recoge una serie de fotografías que Salaberria ha ido haciendo de diferentes cosas que oscilan entre materiales en bruto hasta aquellos que, por su transformación o elementos compositivos, entran en la categoría de objeto, socialmente constituido. Cada elemento es fotografiado a partir de su planta, alzado y vista frontal. El volumen tridimensional del objeto se constituye así a partir de una medio esencialmente plano como la fotografía. Aunque parezca un ejercicio técnico, su interés no lo es y termina por generar oscilaciones entre extrañamiento y acercamiento, distancia y afectos. El ejercicio reproduce la forma en la que el artista se acerca al propio espacio expositivo dentro del Museo CA2M y a cómo su obra puede ser percibida en él.
 

XABIER SALABERRIA

Xabier Salaberria vive y trabaja en Donostia. Su periodo de formación está vinculado al Centro de Arte Arteleku, donde participa en talleres como los impartidos por Txomin Badiola y Ángel Bados en 1998 o Peio Irazu, el mismo año, un espacio de encuentro y discusión que mantiene como lugar de trabajo y referencia a lo largo del tiempo. Los numerosos programas de residencias en los que ha participado le han llevado a pasar largos periodos en el extranjero —lo cual ha dado una amplia visibilidad a su trabajo— y ha colaborado en proyectos comisariados por Peio Agirre, Chus Martínez, Lars Bang Larsen, Catalina Lozano, Batriz Herraez entre otros. Entre sus últimas exposiciones destacan: Frisoa, Tabakalera Donostia/ Museo Oteiza Alzuza (2022-2023). Una exposición sin Arquitectura, Museo Artium Gasteiz (2021). r de radio, Carreras Múgica, Bilbao (2020). Ganar Perdiendo, Centro Centro, Madrid (2019). Restos materiales, obstáculos y herramientas, 32ª Bienal de Sao Paulo (2016). Can-ni-faire, Carreras Mugica (2016). Proceso y Método. (A.T.M.O.T.W.) Xabier Salaberria, Guggenheim de Bilbao (2013). The Society Without Qualities, Tensta Konsthall Stockholm (2013). Inkontziente-Kontziente (Scenario1 about Europe), GFZK, Leipzig 2011.

CATALINA LOZANO

Catalina Lozano es Curadora jefe del Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco, Artium Museoa. Su investigación ha atendido relatos menores que cuestionan formas hegemónicas de conocimiento. Sus proyectos curatoriales y editoriales recientes incluyen Hasta que los cantos broten (Pabellón de México en la 59a Bienal de Venecia, co-curada con Mauricio Marcin), A Natural History of Ruins (Pivô, 2021), El sauce ve la imagen de la garza de cabeza (TEA, Tenerife, 2020), Le jour des esprits et notre nuit (CRAC Alsace, 2019, co-curada con Elfi Turpin), Ganar perdiendo (CentroCentro, 2019), Amarantus de Mariana Castillo Deball (MUAC y Artium Museoa, 2021) y Réplica de Santiago Borja (Museo Amparo, 2022), entre otras, y el libro Crawling Doubles: Colonial Collecting and Affects (B42, París), co-editado con Mathieu K. Abonnenc y Lotte Arndt. En 2018 su libro The Cure fue publicado por A.C.A. Public. Entre 2020 y 2022 fue Directora de Programas para Latinoamérica en KADIST y, entre 2017 y 2019, curadora asociada en el Museo Jumex en la Ciudad de México. Lozano hizo parte del equipo artístico de la 8ª Bienal de Berlín en 2014.
 

 

Fotografías: Roberto Ruiz.
Video de la exposición
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