La notación del movimiento de la Ruta Graveolens, las investigaciones reciente sobre los sentidos de las plantas y sus capacidades biológicas para adaptar su metabolismo a los cambios ambientales son la materia que alimenta este proyecto, que se teje desde narrativas de especulativas no antropocéntricas.
La danza se lleva a cabo en una instalación que permite sucesivos cambios atmosféricos. Buscamos tocar la piel del público, creando un teatro climático donde los dispositivos tecnológicos –analógicos o digitales– generen espacios que enriquezcan y transformen nuestro sensorium y, por lo tanto, nuestra percepción del entorno.
Un largometraje cuya exclusiva protagonista es la Ruda, constituye el trabajo de luz e imagen. Este se basará en los time-lapse usados para el análisis del movimiento de la Ruda, así como en nuestra experiencia de cohabitación con la misma. La danza humana se articulará en torno a las fracturas temporales que existen entre la vida vegetal y la vida humana.
* La actividad tendrá lugar en La Casa Encendida