La Historia es una coreografía que cada pose amenaza

La historia no es lineal; lineal es su relato naturalizado. La historia es, como la experiencia, circular, espiral, elíptica. El cuerpo es el agente de la historia, el instrumento historiográfico por antonomasia. La historia es, por tanto, somática, un repertorio coreográfico de gestos leídos en un orden determinado. El museo es el lugar donde la historia y su relato se negocian socialmente a partir de los restos de sus culturas materiales: cobija objetos y discursos y en él se desvelan sus condiciones de producción, el repertorio gestual que supone utilizarlos, relacionarse con ellos, ser historia.

Los gestos se aprenden, se legitiman, se codifican: pertenecen a un género, a una clase, a una raza, también naturalizados dentro de campos sociales históricamente definidos. Por el contrario las poses desmontan el lenguaje de los gestos oportunos: posar no es no hacer un gesto sino tomar las codificaciones existentes como un repertorio a disposición de los cuerpos, que los encarnan cada vez como acontecimiento, desmontando y reconstruyendo las relaciones construidas por la historia. Posar es ser consciente de cómo un cuerpo hace la historia. La pose es la carne de la historia a contrapelo. Las poses permiten leer las frases coreográficas de la disidencia, las microhistorias que permiten leer los giros, vueltas y repeticiones: los bailes de la historia. Si la anarquista Emma Goldman no podía participar en una revolución en la que no pudiese bailar, los museos de arte contemporáneo hacen bailar la historia: como en un ball room de voguing, como la apropiación de gestos por cuerpos a los que no les corresponden, en sus manos, la historia es un repertorio coreográfico de poses que amenazan sus lecturas hegemónicas. 

La segunda edición de la escuelita es una epidemia de significación diferencial, un contagio afectivo realizada por medio de cuerpos afectados, de poses contaminantes.

Tipo de evento
Fecha del Evento
-
Año
2017
Duración
3:30