Museo del Prado: coto reservado de eruditos, redil de turistas un poco decepcionados por no poder hacerse selfis con Velázquez, niños a los que hay que explicar de qué alta cultura somos súbditos ignorantes. Perdidos, abrumados y un poco desmaravillados ante las obras del arte de ayer, entre cuyos santos, reyes y vírgenes es tan difícil encontrar un pueblo al que desear pertenecer. Pensamos que todo ya estaría dicho, clarificado, catalogado y periclitado, después de haberle dedicado una lujosa y privilegiada atención que hoy no puede resultar más que anacrónica o complacientemente legitimadora del contexto en el que han ido a parar. No obstante las obras, en la medida en que siguen siendo accesibles a la experiencia, son radicalmente contemporáneas de quien se encuentra con ellas. Se nos ofrecen a los sentidos para que cada cual pueda reconocer, reflejar o refractar un sentido nuevo, no prescrito. Esperan acaso adoptar nuevas vidas, impulsadas por la memoria y la imaginación que aún pueden excitar en nosotros. Siempre abiertos a lo imprevisto de la experiencia -individual o colectiva- que todavía es posible hacer, pese a todo contexto sacralizador de la institución museo y sus vigilantes de dentro y afuera. Lo importante sería intentar intensificar, revivificar y reorganizar el espacio de la atención, la aisthesis y la percepción -tan descuidado en su propia forma material y tan asediado por la modernización que hemos hecho- con el fin de renovar la experiencia de un arte hoy tan extraño como suculento, desde la generosidad de los que se acercan a algo desconocido y se (re)descubren al ser observados por la propia obra que contemplan.
Aquí no hay un sólo lugar que no nos vea
Tipo de evento
Fecha del Evento
-
Artistas
Año
2018
Duración
2:00