Hacer una escena en la oscuridad, generar una coreografía con el personal del museo, construir y volar un globo, experimentar con el sonido, comunicar dos espacios, engañar a la vista, descomponer la luz, ver atardecer a las 18:34, construir una gran cosa que se mueve lentamente...

Los proyectos de la artista María Jerez tienen esa cosa que no se puede explicar del todo. Piezas que parten de la emoción, procesos de prueba y el error que generan conexiones inesperadas y exploran formas de imaginación aún no conquistadas.

Todos los jueves de mayo a julio nuestra terraza se convierte en un espacio en el que se desarrolla un programa de actividades en las que se mezclan lo corporal y lo sonoro con lo educativo y participativo.

En esta edición de las Picnics celebramos una vez más la ligereza como una virtud: parece que todos los artistas invitados han soltado lastres innecesarios, para mostrarnos que lo importante es un acceso inmediato, sin mediaciones superfluas, en el que poder compartir con nosotros todo eso que parece imposible en otros espacios y contextos. Con obras fáciles de transportar, donde se huye del artificio, se ilumina el detalle y se acaricia lo espontáneo: el placer de hacer lo que haces, la sensibilidad, la sensorialidad y la percepción, poniendo al desnudo los vaivenes y recovecos creativos.