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GENEALOGÍAS DEL PUNK, POST-PUNK Y CONTRA PUNK
En 1979, muy poco después de la fecha que Malcolm McLaren estableció como la de inicio del punk, se publicó el ensayo pionero de Dick Hebdige, Subcultura. El significado del estilo. En este texto, contemporáneo de algunos de los movimientos que se proponía estudiar, Hebdige adoptaba la metodología de los estudios culturales, que rompe con las jerarquías que separan alta y baja cultura, para examinar el modo en el que habían nacido las subculturas que se desarrollaron en Gran Bretaña tras la II Guerra Mundial y definir las estrategias que éstas habían seguido para enfrentarse al orden establecido. La mirada de Hebdige se alejaba en parte de esa otra, romantizada y nostálgica, que algunos autores posteriores proyectaron en sus particulares construcciones del punk y sus precedentes y tomaba la idea de conflicto como punto de partida de su análisis.
Se trataba, en primer lugar, de un conflicto de clase, ya que todos estos movimientos –el de los teddy boys, los rockers, los mods, los skinheads y los punks– surgieron entre los jóvenes trabajadores ingleses que se resistían a asumir los límites impuestos a su propia clase, como sucedía sobre todo con los elegantes mods, o los ideales de la clase media, como finalmente ocurría con todos. El desarrollo de estos grupos también implicaba un conflicto de raza, porque estaban formados por blancos y se oponían, aunque en ocasiones les sirvieron de base, a las subculturas que durante esos años se habían desarrollado entre los afrobritánicos, tal y como evidenciaban las confusas relaciones entre el primer punk y el rastafarismo de origen antillano. Sin embargo, Hebdige ignoró otro conflicto, el de género, que se hará evidente más adelante, con los textos de Angela McRobbie, que se interrogaba sobre el papel que jugaban las mujeres en el desarrollo de las subculturas, el fenómeno de las riot grrls y la apropiación por parte de colectivos homosexuales de algunos de los recursos utilizados por el punk.
Hebdige, en la búsqueda de una genealogía para estas subculturas, trazó vínculos entre estos grupos que rompían con las normas y las vanguardias del fin de siglo XIX y los comienzos del siglo XX, a partir de la importancia que daban al estilo como algo significante y las consecuencias que esto tenía en la forma en la que utilizaban los objetos, descontextualizándolos y convirtiéndolos en símbolos de la disidencia. Estas tácticas utilizadas por las subculturas le llevaron a trabajar sobre el concepto de bricolaje que, generalizándolo y simplificándolo, podría extenderse al uso del ensamblaje, el collage y el Do it Yourself (DiY), por parte de los punks y otros grupos subculturales.
En esta selección de libros, revistas y fanzines recientes, autoeditados o publicados en su mayoría por editoriales independientes, se asumieron algunos de los aspectos que Hebdige destaca en su ensayo. Por un lado, se buscó trazar una historia, breve e incompleta, como lo son todas, de las subculturas que precedieron al punk o se desarrollaron al mismo tiempo, partiendo de la figura del dandi y subrayando sus vínculos con las vanguardias. Por otro, se incluyeron ediciones que revisaban las publicaciones del movimiento punk y a algunas de sus figuras más relevantes. Además se pretendió mostrar cómo algunos artistas actuales contemplan este movimiento y lo que le siguió, eso que se ha dado en llamar post-punk. No sólo se incluyeron proyectos con carácter nostálgico, de algo que se sabe acabado y por tanto imposible de recuperar, sino que también se buscaron otros que analizan el punk con frialdad antropológica o los problematizan desde posiciones feministas y queer.
Sergio Rubira es Profesor de Historia del Arte Contemporáneo en la UCM y secretario académico del Máster en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual, UAM, UCM y Museo Reina Sofía. Es Editor adjunto de EXIT y colaborador de El Cultural de El Mundo.