En junio de 1975, hace exactamente 42 años, Allan Kaprow realizó el happeningComfort Zones en la Galería Vandrés de Madrid. El acto consistió en ocho protocolos para parejas, mostrados en un momento en el que la expresión de la intimidad todavía permanecía coartada por un régimen autoritario.
El trabajo de Itziar Okariz (San Sebastián, 1965) se plantea como una articulación de acciones y dispositivos que amplifican el territorio de lo performativo y alteran el signo mediante una serie de repeticiones y diferencias que van del cuerpo a la voz, pasando por las interferencias en el espacio público y las variaciones respecto al lenguaje.
El trabajo de Julia Spínola (Madrid, 1979) invita a revisar algunas de las certezas, las reglas y normas, que regulan el campo de la experiencia. A través de una práctica en la que palabra y la materia entran en contacto e intercambian posiciones, la artista despliega un catálogo de obras en las que son constantes las referencias a lo performativo y al texto.
Un día nublado de hace un par de agostos, una copia del libro A Catalog of textiles and folkart of Chiapas (Un catálogo de textiles y arte popular de Chiapas), publicado por Walter F. Morris Jr. en 1979, cae en manos de Rometti Costales, que no pueden evitar intervenirlo de algún modo.
Hacer una exposición con Armando Andrade Tudela es como llevar a cabo una operación de trepanación. Es hacerse un agujero en la cabeza y meter los dedos dentro. Es abrir el trabajo para hacer salir la presión. Es cortar una puerta para abrir el sistema de un artista y hacerle tomar caminos inéditos. Es delicado, arcaico e irónico.
Hablar de la obra de Ana Laura Aláez es adentrarse en el paraíso artificial de las apariencias. Un mundo donde los cánones son invertidos, las identidades son poliédricas y la ambigüedad es un valor. La obra que viene realizando desde principios de los noventa siempre ha deambulado entre realidades y ficciones, el cuerpo y sus representaciones, los objetos y el comportamiento frente a ellos.
El Barro de la Revolución comprende algunos de los trabajos realizados por Paloma Polo (Madrid, 1983) a partir de su prolongada estancia, o más bien de su «inmersión vital y política», en Filipinas desde el año 2013. Es precisamente el último de estos trabajos, una película de aproximadamente 2 h y 35 min de duración, el que da título y sirve de eje central para la exposición, concitando al mismo tiempo muchas de las reflexiones en el orden social y político presentes en otros trabajos de Polo durante su etapa en Filipinas.
En el arte postmoderno, la naturaleza se trata como totalmente domesticada por la cultura: pareciera que la humanidad sólo pudiese acercarse a lo «natural» a través de su representación cultural. Aunque esto sugiere, en efecto, un giro de la naturaleza a la cultura, lo que de verdad demuestra es la imposibilidad de aceptar su oposición misma